DESPERTAR NO ES UNA METAFORA

DESPERTAR NO ES UNA METAFORA

meditacion atardecer

Tradicionalmente se asocia la meditación con la relajación. Ese punto de vista se ha trasladado a las aplicaciones psicológicas y científicas de los métodos de meditación tradicionales.

La modificación de los objetivos tradicionales de las prácticas contemplativas provocada por la aplicación de los métodos científicos para probar sus beneficios físicos y mentales ha “descontextualizado” algunos aspectos del Dhamma para servir a los valores y las necesidades contemporáneas.

Por ejemplo, los textos budistas describen la meditación como el cultivo de un estado de “calmada atención” que se desarrolla equilibrando continuamente los momentos de hiper o hipo activación. En el contexto actual se ha resaltado sus efectos relajantes obviando sus efectos activadores o “despertadores”.

Existe cierto consenso en considerar la meditación como el entrenamiento voluntario de la atención. También se ha convertido en canónica la división de la función de la atención en tres redes: orientación, alerta y ejecutiva. La red de alerta o vigilancia se subdivide en Tónica y Fásica.

La primera se considera intrínseca y se refiere al nivel de alerta continua mientras que la segunda es episódica y se puede medir por su déficit (sopor o somnolencia) o por la pérdida de la atención sostenida como en el “vagabundeo mental”.

La atención tónica se considera un prerrequisito para otras formas de atención, aunque en los estudios sobre meditación se ha descrito en términos de incremento de la vigilancia o atención sostenida y no en términos de incremento de activación o vigilia.

La idea de que la atención está positivamente correlacionada con mayor activación, sin embargo, está bien establecida en los estudios del sueño o de la cronobiología en general.

Una serie de estudios sobre meditación han mostrado que el aumento de la activación y volumen se lateraliza hacia el hemisferio derecho, lo que se corresponde con áreas cerebrales relacionadas con la alerta tónica (también hay contraejemplos).

La práctica de meditación parece disminuir la activación de la “Red Neuronal por Defecto” y del “vagabundeo mental” pero, no calmando hacia la relajación o el sueño sino hacia un incremento de la alerta y vigilia que contrarresta la laxitud mental y la somnolencia. Los estudios sobre estructuras subcorticales muestran aumento de la densidad de la materia gris en áreas relacionadas con la alerta tónica como el tálamo o ganglio basal, y aumento en áreas del tronco cerebral relacionadas con la activación, como la formación reticular.

La “Red Neuronal por Defecto” se compone de dos nodos, anterior y posterior, cuya conectividad se mantiene durante la vigilia, pero se divide cuando el cerebro funciona en ondas lentas, estados vegetativos o cuando la conciencia está en mínimos. Estudios de atención focalizada muestran aumento de conectividad entre los dos nodos, en descanso y durante la meditación, pero solo en meditadores expertos, no después de 8 semanas, lo que sugiere que el aumento de conectividad, relacionado con aumento de vigilia, se corresponde con estados avanzados de práctica y no con los principiantes. En general, los estudios con “imágenes cerebrales” señalan que los meditadores estarán más despiertos y menos dormidos en la medida en que la práctica progresa.

Muchas medidas subjetivas describen disminuciones en la hiperactivación, pero también sentimientos de mayor energía o más activación. Algunos estudios muestran aumento de energía y descenso de fatiga como efectos secundarios llegando a denominar en algunos a casos la meditación “práctica de la vitalidad”.

Algunos estudios han encontrado mejoras en medidas comportamentales de alerta tónica siguiendo prácticas tanto breves como continuadas. En un estudio de atención sostenida entre meditadores veteranos y grupo de control sin experiencia, las capacidades de alerta tónica eran superiores en los meditadores de larga duración, pero no así en alerta fásica. En otro estudio con MBSR para novatos y meditadores experimentados en un mes de retiro, se vieron mejoras en la orientación y focalización de la atención de los novatos, pero la alerta tónica solo mejoró en los meditadores de larga duración y se asoció directamente con el tiempo que se lleva meditando. Aunque estos datos sugieren que solo la práctica de “monitoreo abierto” en meditadores avanzados parece incrementar la alerta tónica, otros estudios han encontrado mejoras siguiendo tanto entrenamientos cortos como largos de “atención focalizada”. Por ejemplo, un estudio con estudiantes universitarios sin experiencia que practicaron 40 minutos de “atención focalizada” mostró mejoras en un test de “tarea de vigilancia psicomotora” en comparación con un grupo control. En el mismo estudio, el test de “tarea de vigilancia psicomotora” mostraba disminución de la vigilancia tras una noche de deprivación del sueño, pudiendo concluir que la meditación “despierta”.

En estudios con electroecefalografía ya se haya evaluado por incremento de theta frontal asociado con estados cognitivos de alta focalización, incremento de gamma asociado con aumento de procesamiento en la actividad cortical, descenso en la activación de la “red neuronal por defecto” o medidas de aumento sensorial y procesamiento atencional con, al mismo tiempo, descenso de reactividad, han sido consistentemente indicativos de vigillia.

En diferentes tradiciones meditativas el cultivo de la percatación (sati-mindflness) en cada momento de vigilia se extiende también a los estados de sueño. Un estudio encontró aumento de vigilia y descenso de sueño siguiendo un MBCT. La media de sueño total en el post entrenamiento se correlacionaba negativamente con los minutos de práctica diaria de manera que más meditación se asociaba a dormir menos.

Hay varias líneas de evidencia que sugieren que los aumentos en activación cortical son beneficiosos y deseables más que indicadores de sueño pobre o insomnio.

Kornfield documentó un descenso en la duración del sueño de meditadores Vipassana en retiros de 3 meses (12-15horas diarias) comparados con un grupo que meditaba entre 1 y 2 horas al día. El 70% de los participantes informaron de un descenso medio de 2 horas en comparación con el 10% del grupo control que también informó de un aumento del 10% de la duración del sueño.

En un retiro tibetano de 3 meses de Samatha (12-15 horas al día), las dos primeras semanas se incrementó la duración del sueño hasta 8 horas por noche antes de empezar a disminuir gradualmente hasta 1,5 a 3 horas de sueño en la octava semana. Algunos textos budistas sugieren un tiempo medio de sueño de 4 horas para meditadores avanzados.

Qué factores determinan si la meditación aumenta o disminuye la activación, promueven la vigilia o el sueño, de momento se desconocen, pero probablemente sean varios factores entre los que se incluyen la dosis y el tipo de meditación, las características de la muestra, el grado de trastorno del sueño, la medicación, la edad, los grupos de control y los métodos de medida.

Parece que los primeros estadios de la práctica requieren más esfuerzo y, en consecuencia, se produce más fatiga que en los avanzados. La mayoría de los meditadores principiantes empiezan con entrenamiento en “atención focalizada” que se relaciona con orientación, ejecución y “alerta fásica”. La atención se reorienta del modo “automático” al objeto una y otra vez hasta que se estabiliza en el objeto. Los meditadores avanzados aprenden a desenganchar del modo “automático” cada vez con mayor facilidad.

La atención mejora el procesamiento de la información sensorial, así como su agudeza incrementando la ratio señal-ruido. La mejora propiciada por la meditación requiere menos recursos cognitivos y menos esfuerzo en la detección dejando recursos libres para otras funciones.

Muchos estudios han encontrado una correlación positiva entre experiencia meditativa y medidas subjetivas, neurológicas y conductuales de “vigilia” (wakefulness). Sin embargo, la relación entre alerta tónica y fásica es bidireccional y de refuerzo mutuo de manera que los recursos liberados para un procesamiento más eficiente pueden promover una forma de alerta tónica que hace al meditador más consciente de los estímulos externos e internos llevando a un procesamiento eficiente hasta que el sistema funciona con tan poco esfuerzo que requiere mucho menos tiempo de recuperación (sueño).

Las áreas cerebrales que subyacen a la alerta tónica se activan en los estadios iniciales del entrenamiento comparadas con las de los no meditadores pero esas mismas áreas empiezan a desactivarse en la medida en que la experiencia meditativa se hace más eficiente, en estadios más avanzados. Esta falta de esfuerzo surge de la mayor conectividad entre áreas cerebrales que no estaban previamente activadas.

Por tanto, cuando la meditación deja de producir sopor y somnolencia, y comienza a producir una vigilia sostenida puede ser un indicador de cambios neuroplásticos que se relacionan con la competencia meditativa. En este sentido, “despertar” no es una metáfora sino un proceso repetido de modificaciones neuroplásticas y mayor eficiencia que sostiene un nuevo nivel de sensibilidad perceptiva e insight.

Fernando Rodríguez Bornaetxea

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